Recuerdo aquella tarde de un día de noviembre del año 2015, cuando Diego Rivero Galvis tocó a la puerta de mi oficina para hablarme de un gran proyecto que él y otras personas que ya conocía, querían consolidar en el Cesar, y al que ellos consideraban, podía aportar a su construcción: la creación de una orquesta filarmónica donde músicos -niños y jóvenes- de los 25 municipios del departamento pudieran confluir y, así gestar un movimiento sinfónico jamás visto en estas tierras.
Aunque desde el primer momento, la iniciativa me pareció fantástica y necesaria para el departamento por su componente transformador, mi respuesta inicial fue negativa debido a los múltiples compromisos que en ese momento tenía. Sin embargo, pasadas un par de semanas, volvimos a conversar y aquí estoy, embarcada con todo el agrado y completamente convencida que la música y el arte en general, achica las fronteras y agranda las posibilidades. Al final, es eso lo que queremos lograr con los niños y jóvenes que se unen a nuestra causa, que ellos tengan más oportunidades de cambiar sus entornos a través de la música.
Así fue como me uní a Rodolfo Quintero, María Victoria Saade, Carlos Cesar Silva, Diego Rivero y William Molina. Más tarde se nos unieron Romys Gutiérrez, Miguel Ángel Almendrales y Jaime Orozco, todos conformamos la Junta Directiva de la Fundación Filarmónica del Cesar, nueve personas con pensamientos y actividades disimiles, pero con un interés común, aportar a la creación de un espacio seguro que permita a nuestra niñez y juventud, la apertura y un verdadero cambio social desde el arte.
En estos tres años, ha sido mucho el aprendizaje y las experiencias, unas muy buenas y otras no tanto, pero por encima de ello, priman los deseos y la determinación de hacer lo mejor posible con lo que tenemos y hemos construido, dándole altura, dignidad y calidad a nuestras acciones tanto musicales, pedagógicas como a las administrativas. Creemos es la forma adecuada de dar ejemplo a los chicos que hoy nos acompañan en el proceso.
Seguramente muchas personas que hoy me leen, me habrán escuchado decir que desde el momento que asumimos el compromiso de promover la cultura a través de la formación musical en formato clásico para la sociedad cesarense, nos convencimos que éste debía ser un paso ineludible que el territorio tenía que dar, que era necesario tomar la iniciativa para llevar a cabo acciones colectivas que nos permitieran favorecer a los sectores más sensibles socialmente, y al mismo tiempo, potenciar el desarrollo social y cultural de la región. Pues, así es, y fuimos conquistados por ese pensamiento que hoy se ha convertido en parte esencial de la hoja de ruta de la Fundación Filarmónica del Cesar.